20070422

LAS DROGAS para quien dijo en el Lavadero

Hace unos días mi mejor amigo me invitó a una conferencia que organizaba
su novia, sobre la influencia de las drogas en el estado de ánimo de las
personas. Reconozco que es un tema del que no me suelo preocupar y fui mas
por compromiso que por otra cosa, pero me pareció muy interesante. En la
charla, un especialista en psiquiatría aseguraba que el abuso en el
consumo de drogas puede despertar diferentes trastornos psicóticos, en
personas que son genéticamente propensas a estas enfermedades. Al término
de la conferencia nos fuimos mis amigos y yo a tomar un café con dos
enfermos, que nos contaron sus vivencias. Uno de ellos, reconoció haber
gastado mucho dinero en locas fiestas, en las cuales se le pegaban
interesados amigos que le sacaban todo el dinero. En esos momentos de
euforia, en que la enfermedad se confundía con la emoción de un afortunado
en la vida, lleno de una imaginaria suerte de la que carecía, se compró un
coche de lujo cuando no tenía la necesidad, o se fue a recorrer medio
mundo con unos hippies que le dejaron tirado cuando tuvo una grave crisis.

Nos aseguró temer que en una fuerte depresión de esas en las que suele
caer con cierta frecuencia, llegue a suicidarse y se preguntaba porqué le
ha pasado a él y no a otros colegas suyos que han abusado más de las
drogas y sin embargo llevan una vida normal. El psiquiatra comentaba en la
conferencia, que cada individuo es genéticamente distinto a los demás y
hay personas que tienen latente trastornos como la depresión, la paranoia
e incluso la esquizofrenia, pero que si llevan una vida sana y equilibrada
nunca se reactivan.

Y no con ello quería censurar el consumo, sino el abuso que se hace al
probar estas sustancias. Durante la interesante conversación que
mantuvimos en la cafetería, nos preguntaron si alguna vez habíamos
consumido algún tipo de droga. Los tres dijimos que no y se extrañaron por
ello. En ese momento reconozco que me hubiera sentido un bicho raro de no
estar acompañado por mis dos colegas, que llevan una vida sana como yo. Y
me enorgullecí por no haber probado esas sustancias cargadas de
sensaciones de las que habla Alaska en su canción "No se que me das", "que
me hace volar como el águila que vuela en libertad sobre el valle lejos de
la tempestad, como el viento cuando cruza la ciudad, con el rumbo fijo y
sin mirar atrás". Yo prefiero pisar suelo firme porque me siento algo más
seguro. Aunque soy realista y reconozco que la tierra también tiene sus
temblores y terremotos, de los que también hay que intentar protegerse.

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