PUBLICIDAD
******************************************************
Discriminación, reforma migratoria e igualdad de matrimonio.
(Texto leido en la mesa redonda organizado por Lambda Legal y otras organizaciones en Seattle Labor Temple el 15 de Mayo)
Florentino M.López
Activista Social
florentinomlopez@gmail.com
.
La discriminación sucede todos los días y en todos los lugares. Es un cáncer que nos carcome poco a poco hasta acostumbrarnos a vivir con él e ignorarlo pues produce dolor, molestia, enojo y sentimientos encontrados.
Para hablar de discriminación no basta con nombrar el problema; hay que entenderlo, comprenderlo y sobre todo tener la voluntad de enfrentarlo con la firme intención de extirparlo de nuestras relaciones sociales y centros de convivencia.
Discriminamos por el color de nuestra piel, por nuestras convicciones políticas, por nuestras orientaciones sexuales, por nuestro credo religioso, y un largo e interminable etcétera. Es la conciencia del “etcétera”, es decir del aterrador hecho de que la lista puede ser interminable, lo que nos debiera imponer en todos un alto y, provocar una reflexión donde el respeto a la diferencia, a la disidencia y la celebración de nuestras diferencias sean las directrices del ejercicio intelectual que logre derrumbar prejuicios y transformar el acto discriminatorio en un acto festivo y de aceptación.
Hoy nos reunimos en el primer día de acción nacional por la justicia en los centros de trabajo para nuestra comunidad LGTBQ y para personas viviendo con VIH.
Estamos aquí para reconocer que la discriminación existe y es necesario hacer un compromiso por la igualdad para todos.
Como gay, inmigrante y latino me gustaría llamar la atención sobre la relación que existe entre la lucha por una reforma migratoria y la lucha por el matrimonio gay.
Existen en este pais 36,000 parejas del mismo sexo donde uno de los integrantes es de otra parte del mundo. El encuentro de dos mundos hecho posible por el amor y la ilusión se enfrenta al infierno de vivir en el país de la persona amada como un hombre o mujer indocumentado, sin derechos, sin ni siquiera la posibilidad de planear un futuro. La duda, el temor, la incertidumbre son los sellos que caracterizan estas relaciones.
Las personas que han abandonado sus países de origen siguiendo el amor que sí se atreve a decir su nombre tienen que vivir en el silencio, en la oscuridad y en el anonimato. Al carecer de los mecanismos legales que les permitan la estancia en el país de la persona amada se ven obligados a someterse a situaciones injustas e indignas que muchas veces terminan en violencia doméstica, amenazas de denuncia, salarios miserables, falta de acceso a servicios de salud y sobre todo —y lo más triste— a vivir como ciudadanos de segunda clase donde el sistema se encarga de recordarlo en todo momento.
Por ejemplo, el amante indocumentado no tiene crédito ni la posibilidad de construirlo y cuando se lo ofrecen se lo cobran a más del 22 por ciento; no puede comprar casa y si lo pudiera le piden mínimo del 10 al 20 por ciento del valor total como enganche; la actividad laboral siempre se ve frenada cuando revisan el número del seguro social y, aunque seas doctor en economía en tu país aquí sólo podrás llegar a ser gerente en un McDonalds.
Tienes suerte, conseguiste trabajo y sabes que lo tienes que mantener pase lo que pase. Podrás ver a todos tus companeros de trabajo ascender y lograr los mejores puestos y salarios, mientras tú tienes que permanecer ahí, sin hacer ruido, sin exigir, sin gritar, pues si lo haces te arriesgas a ser notificado de que “inesperadamente ha habido un problema con tu número de seguro social”, por lo que te recomiendan visitar la oficina federal para arreglar tu situción. Todo inmigrante indocumentado entiende perfectamente el mensaje, que es palabras, palabras menos el siguiente: “Nos fuiste útil mientras aceptabas tu condición de trabajador de segunda, tomando sin protestar las condiciones de trabajo que los trabajadores de primera rechazaban. Si ahora pretendes gozar de los beneficios de ser un trabajador de primera, debo recordarte que NO tienes los papeles que me obliguen a ofrecerte dichas condiciones de trabajo”. Ante esto, no queda sino dar las gracia, llegar a casa e iniciar desde cero una vez más.
Así mientras tu novio americano puede ir a cualquier lugar y pedir trabajo, rentar y comprar lo que quiera, tú, como la pareja indocumentada te ves obligado a vivir en la periferia, en edificios sucios y mal olientes y comprar lo que tu pobre salario te permita.Pensar en igualdad de matrimonio y reforma migratoria es pensar en unir dos luchas que tienen validez social. El triunfo de estos dos movimientos impactaría de manera significativa nuestra sociedad.
Sí se puede! We are queer, We are Here!
Como persona gay, inmigrante y latino me gustaría decir que la reforma migratoria y la igualdad de matrimonio no es un asunto sólo de personas latinas sino de asiáticos, africanos, europeos y del medio oriente. Es un problema mundial que requiere ser solucionado como un problema local.
Y si hablamos de problemas locales y de discriminación no podemos dejar de lado a nuestros hermanos y hermanas que están viviendo con VIH SIDA. Hombres y mujeres que además de enfrentar día a día esta enfermedad tienen que lidiar con el fantasma de la deportación, de la falta de acceso a servicios de salud y el permanente miedo a perder la dotación de medicamentos debido a los agresivos recortes en el presupuesto de salud. De acuerdo con el departamento de salud del condado de King hay 6078 personas viviendo con VIH SIDA, de los cuales 559 son latinos. Esta cifra revela que los latinos viviendo con VIH SIDA en el condado de King son el 9 por ciento del total de personas.
Triste suma si notamos que los latinos inmigrantes somos minoría y algunas veces si no es que la mayoría de las veces enfrentamos problemas básicos como el idioma, el impacto cultural de la nueva sociedad, el reajuste social que implica insertarse en el nuevo mundo de acogida y sobre todo el saberse indefenso ante una sociedad que está luchando por crear una cultura de respeto y entendimiento a las diferentes visiones del mundo.
El camino no sólo es traducir textos al español o a otro idioma, contratar a quien tomó un curso en idioma extranjero o vivió algunos veranos en el extranjero como extranjero, sino en abrir nuestras mentes y nuestros corazones al hecho de que somos una sociedad multicultural, políglota y rica en la diversidad que cada individuo aporta en la construcción de este país.
El fin de la discriminación es el inicio de la celebración de nuestras diferencias y el entendimiento de que sólo en la diversidad podremos encontrar el camino para crear el sueño americano.
Finalmente, quisiera terminar esta intervención citando a uno de los padres de la independencia mexicana, quien ya en el siglo XIX proclamaba:
“Que la esclavitud se proscriba para siempre, y lo mismo la distinción de castas, quedando todos iguales. Y sólo distinguirán a un americano de otro, el vicio y la virtud”.
José María Morelos y Pavón,
“Sentimientos de la Nación”:
Florentino M. López