Los gays chinos, considerados enfermos mentales hasta hace una década, son hoy víctimas de tratamientos que supuestamente "curan" su orientación sexual, en forma de terapias y medicamentos considerados una estafa tanto por el colectivo como por los sexólogos.
"No se puede decir que curemos al cien por cien a la gente. En teoría es así, pero nadie nos creería si lo dijéramos así", señala una de estas clínicas en conversación telefónica en el documental "Tratamientos que curan", dirigido por el cineasta y actor gay Xiaogang Wei y disponible en la página web Queercomrades.com.
"Algunos de estos tratamientos usan la psicoterapia, también medicamentos, algunos antidepresivos. En el pasado incluso se usaban descargas eléctricas para controlar las fantasías sexuales con personas del mismo sexo del paciente", señala a Efe Wei, nacido en la región autónoma de Xinjiang hace 35 años y residente en Pekín.
En un país en el que todavía se discrimina a los homosexuales a pesar de su acelerada apertura, éstos siguen escondiendo su condición a sus familias hasta el punto de contraer matrimonio para acallar los rumores, por lo que son sus esposas las primeras demandantes de estos tratamientos, seguidas de otros familiares.
"Los tratamientos por una hora pueden costar a partir de 300 yuanes (32 euros o 46 dólares) sólo por charlar", explica Wei, quien recuerda que un hospital de la ciudad oriental de Nankín (Nanjing) clamaba falsamente haber "curado a más de 300 gays".
Uno de los casos más dramáticos desvelados por el documental del documentalista es el del fotógrafo A Wen: "Estaba muy enamorado de un compañero de mi pueblo, en Chongqing. Sufría muchísimo. Un día me tomé medio litro de licor, porque no podía con la depresión. Lloraba muchísimo".
"Dejé de ir a clase y el profesor habló con mis padres. Esa fue la primera vez que me enviaron a una institución mental. Lloraba y les decía que no me pasaba nada, pero los doctores no me escuchaban. Nunca les dije que bebía porque me gustaban los hombres", señala A.
Wei explica cómo otro de los pacientes sometido a "terapia", el chino-holandés Sander Chan, pasó siete años en tratamiento, flagelado por su condición católica, según confiesa en el documental, y aún así nunca consiguió cambiar.
En China la homosexualidad se consideró una enfermedad mental hasta 2001, cuando empezaron a aflorar estas clínicas privadas para tratar a aquellos que expresaran su deseo de cambiar de orientación.
Aunque Occidente siempre ha calificado de discriminatorio el hecho de que la homosexualidad estuviera incluida en la lista de enfermedades en China, lo cierto es que fue una forma de proteger a un colectivo al que hasta entonces se consideraba delictivo.
Los gays, que sufrieron las violentas persecuciones de la Revolución Cultural (1966-76) junto con "minorías", como intelectuales, artistas, profesores, comerciantes o religiosos, podían así evitar la cárcel y someterse a tratamiento.
Desde la década de 1950, estas "terapias" consistían en usar descargas eléctricas para frenar las fantasías sexuales, en inyectar hormonas y en otro tipo de torturas, pero "nada de esto funcionó", asegura Wei.
Durante un periodo determinado se consideró una enfermedad para proteger a los gays del castigo penal, pero este periodo ya ha terminado. Eso fue durante los años 60 y 70 en China, influidos por el psicólogo alemán Richard Freiherr von Krafft-Ebing (1840-1902), explicó a Efe el sexólogo chino Zhang Beichuan.
Zhang, autor del libro "Amor homosexual" (1994), asegura sin rodeos en conversación telefónica desde Qingdao que los tratamientos actuales para curar la homosexualidad son "una pura estafa".
Un 80 por ciento de los más de 30 millones de gays chinos sienten depresión y pánico debido a su condición, por lo que el mercado potencial para estas curas fraudulentas es alto, como mostró un primer e infructuoso intento de desembarco en 2007 por parte del movimiento estadounidense "Ex-gay", muy vinculado a la cura mediante la iluminación religiosa.
Dos años después salieron al mercado las Cápsulas Médicas para Curar la Homosexualidad, explica Wei, cuyos beneficios se desconocen aunque claman modificar al cien por cien la orientación sexual.
El principal motivo, prosigue el cineasta, es el dinero, pero también un malentendido: el creer que se puede dejar de ser gay.
"Ellos son normales, aunque sean una minoría", señala Zhang. "Los tratamientos que ofrecen sólo pueden causar amargura, depresión e incluso deseos de suicidio, ya que se les acusa de ser anormales".
Tanto este autor como la sexóloga Li Yinhe, famosa por haber pedido en numerosas ocasiones la legalidad de los matrimonios gay en China, coinciden en que a pesar de esta situación, en los últimos cinco años China ha experimentado una enorme apertura de miras.
"Creo que en estos diez últimos años se ha progresado mucho. Antes era un problema moral, como la prostitución o la droga, luego fue una enfermedad, lo cual ya fue un avance, ahora tienen hasta sus propias web de internet", explica Li.
¿Qué falta? Mayor información y educación entre la sociedad y en la prensa para frenar la discriminación que todavía existe, aseveran estos dos sexólogos.